Regular el estrés en la universidad a través del movimiento expresivo ó Cuando un futuro ingeniero te da las gracias por haberle invitado a bailar.
El otro día recibí un mail doblemente especial. A los que hemos dedicado gran parte de nuestra vida a la docencia y queremos seguir en ello, recibir un mensaje de un antiguo alumno siempre es muy agradable. Pero, si además el motivo es para darte las gracias como fue el caso entonces puede ser qué ocurra lo que me pasó a mí. Me emocioné y mientras leía sus palabras notaba las lágrimas en mi cara. Llorando como una tonta se suele decir. ¡Qué expresión más desafortunada! ¿Sólo lloran los tontos o qué? ¿Y quién decide quién es tonto y quién no? Yo no me considero Einstein, pero tampoco tonta y ahí estaba yo llorando, con muchas emociones danzando entre la alegría, el cariño y la nostalgia.
Pero, ¿este artículo no iba de regular el estrés en la universidad? Sí sí … un pelín de paciencia. Es que he empezado por el final.
Resulta que hemos publicado el primer estudio en Europa que muestra como un programa formativo basado en Danza Movimiento Terapia reduce el estrés en estudiantes universitarios, aumenta el bienestar y la autoconciencia. Primer estudio con todo lo que se espera de un estudio científico: aleatorizado pre-post intervención con grupo de control e instrumentos psicológicos validados. También con mediciones de cortisol y variabilidad cardíaca. Y, por supuesto, porque para mí esto es lo más importante, con las voces de los protagonistas. Una metodología mixta que incorporó un análisis cualitativo de los diarios reflexivos recogidos durante las sesiones de movimiento. Porque más allá de los números y la estadística, lo que me importa son las personas, qué se llevan de la experiencia, cómo se sienten, qué integran en su cotidiano de lo trabajado en movimiento.
Así que sí, tuvimos la grandísima suerte de que un grupo de estudiantes de ingeniería tuvieran la mente tan abierta y flexible que se animaron a apuntarse al proyecto de investigación. Uno de ellos, al cual le correspondió grupo experimental y participó en las sesiones de movimiento fue el autor del mail. Tomándome la libertad de compartir algo del contenido de su correo, me decía que se sentía afortunado por haber sido parte del grupo experimental y me daba las gracias por cuatro cosas:
- Por la utilidad de las sesiones
- Por el ambiente generado en las mismas
- Por enseñarle a ser menos escéptico (sí sí los futuros ingenieros pueden aprender de los enfoques creativos)
- Por promover un mayor autoconocimiento desde un lugar inimaginable.
Y claro, yo entiendo el escepticismo previo, algo con lo que vengo batallando desde hace años … ¿qué es eso de trabajar desde el cuerpo en una Escuela de Ingeniería? De nuevo a vueltas con hablar mucho de creatividad, pero no permitir espacios para trabajar con movimiento creativo (por ejemplo) …. Y cuando este alumno me dice que se siente menos escéptico, que el trabajo de aquellas sesiones ha sido útil y le ha ayudado a crecer, que ha aprendido en un ambiente emocionalmente positivo … ¿no es esto lo que tendría que ser la educación?
Creo que sí, que esta podría ser una muy buena definición de educación: mantener viva la curiosidad por aprender también de enfoques que están lejos de nuestros paradigmas, sentir que el aprendizaje es útil, sentir que hay conocimiento significativo y aprender en un entorno positivo, de respeto y cuidado.
Así que bienvenidas esas lágrimas que me recorrieron el rostro. Como le dije en mi respuesta y hago extensivo a todos los alumnos que confiaron en mí en algún momento de su proceso: GRACIAS POR TANTO. Porque es lo que aprendo de todos ellos, los estudiantes, lo que me hace amar la docencia.
Aquí el link del artículo Open Access por si os apetece leerlo:
https://www.mdpi.com/2227-7102/12/2/111
