La dificultad de hacer espacio a lo obvio: arte y salud

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En el 2019 la Organización Mundial de la Salud publicó un interesante informe sobre alrededor de 1000 estudios que identifican el papel fundamental de las artes en la prevención y promoción de la salud a lo largo de toda la vida. Por ejemplo, se identifican hallazgos en cuanto al desarrollo infantil, a la promoción de conductas saludables, al soporte del cuidado y auto-cuidado y a la influencia en los factores que influyen en la salud. En dicho informe se presentan también investigaciones basadas en la evidencia sobre la efectividad de las terapias creativas en el tratamiento de diversas enfermedades, como demencia o depresión entre otras.

La metodología de estudio utilizada para realizar el informe se presenta de modo riguroso y claro, así como una discusión de los resultados y las limitaciones del estudio. De especial interés el listado de referencias al cual cualquier persona interesada puede acudir a modo de consulta.

Aún con la dificultad de definir qué son las artes, hay algunas características compartidas como son: la existencia de un objeto artístico, ya sea físico o experiencial, de valor más allá de su utilidad; la generación de experiencias imaginativas y creativas y la capacidad para evocar, generar y regular contenidos emocionales.

Incluso sin entrar en detalles tan técnicos, todos hemos estado de acuerdo en cómo el arte ayudó en los meses de confinamiento. Hubo una explosión de propuestas artísticas: música, danza, pintura … que se compartía a través de los balcones o a través de las redes. ¿Coincidencia? Rotundamente no. En momentos de dificultad, de incertidumbre, tristeza y falta de conexión con otros el arte aporta una mirada fresca, permite crear y soñar, reconectarnos con nuestra esencia y encontrar lazos de conexión con los demás. Invertir en arte es también invertir en salud, pero no parece escucharse suficientemente. Las evidencias no son recogidas.

Generar espacios para la expresión creativa no debería ser algo circunscrito sólo a los años de infantil y primaria (en los que por supuesto es fundamental para el desarrollo de la persona). Es paradójico que a medida que crecemos el arte esté cada vez menos presente en el currículo. No fomentamos suficientemente el arte en el ámbito educativo, casi nulo en la universidad exceptuando en carreras específicas, pero luego queremos que nuestros egresados sean competentes también en creatividad.

Seguimos considerando el arte como algo de segunda. No pasa nada si en el colegio se pierden las clases de música o de arte, de danza y movimiento creativo ya ni hablamos prácticamente inexistente en el currículo oficial, y su peso en las calificaciones no es equiparable al de otras materias. Son asignaturas prescindibles, mucho menos importantes que la lengua o las matemáticas. Nos encanta que nuestros hijos acudan a clases de danza o de pintura, pero en cuanto hay una mínima dificultad es lo primero que se abandona.

El arte nos hace mejores personas, con mejor capacidad afectiva, con mayor capacidad de pensamiento crítico, de autoconciencia y regulación emocional. Con mejor salud como por fin recoge la OMS. La capacidad de crear, de imaginar sólo finaliza cuando morimos. No la matemos antes de tiempo. Démosle algo más de espacio por favor.

What is the evidence on the role of the arts in improving health and well-being? A scoping review (2019)

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